sábado, enero 21

"Fueron tres años intensos de relaciones personales. La  escuela era nuestra casa y los profesores y alumnas nuestra familia, era una relación buena y muy cercana la que teníamos entre todas nosotras".

5 comentarios:

  1. Es muy bonito, que cada una podamos reflejar nuestras opiniones y vivencias en el paso por el colegio

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  2. No se que pensais vosotras, pero yo siempre he guardado un buen recuerdo de mi paso por el colegio. No puedo negar que allí fue donde encontre a las amigas que aun a día de hoy veo y sigo en contacto con ellas.
    Allí fue donde tuve mis primeros fiascos y triunfos y donde me enseñaron gran parte de los conocimientos que con el paso del tiempo he ido ampliando.
    Analizar mi paso por el colegio Monte Albertia significa revisar mi vida, lo cual no me resulta pesado ni amargo, pues me ha aportado buenos recuerdos. Me ha procurado la relación con gran número de personas, relaciones que se perdieron en el tiempo y hace cuatro años las hemos recuperado, me han dejado en mayor o menor medida algo de su esencia, así como situaciones inolvidables.
    Monte Albertia, ha sido testigo de mi cambio físico, de mi forma de ser y entender la vida, me ha ayudado a madurar a tratar a las personas y a valorar una serie de principios de gran importancia.
    Muchos días al levantarme pienso en como ha pasado el tiempo, siento que fue ayer el día que entre por primera vez al colegio. Estaba nerviosa, sabía que iba a ser otra fase de mi vida y tenía que superarla, recuerdo que me llevo mi padre y nos atendió Maruja Gómez.
    El colegio cumple 50 años, y en este momento cuando me pongo a pensar y a recordar los buenos momentos que pasé en él. Cuando empiezo a recordarlos mi corazón bombea con fuerza aquí amprendí peluquería y estética, normas, disciplina, comportamiento, conocí a las que son mis mejores amigas.
    Uno de mis recuerdos se remonta a la clase de lengua y literatura. Adriana recitaba un poema de Antonio Machado, la clase murmuraba, ella nos mando callar con su acento italiano y acto seguido carrespeó y comenzó a recitar uno de aquellos maravillosos poemas en los que mezclaba la fantasía y lo irreal.
    Sumergida en mis recuerdos de Castilla y visionando sus campos de trigo dorado y llanos, donde la vista no tiene fin.
    La campanilla de fin de la clase desvanecía mi preciado sueño, Adriana describía Castilla de corazón, tal y como la sentía, yo al verla sentía pena de mi misma, por ser castellana y no sentir lo que ella describía.
    Durante las horas de estudio hablabamos, y se decían palabras hermosas y sonoras, como libertad, solidaridad, tolerancia; y también revolución, igualdad, amistad; y otras muchas palabras y conceptos que no se hasta que punto comprendiamos, pero estaban presentes en nuestras conversaciones.
    Aprendí ha saber convivir con las demás, respetando creencias y ideas, a contrastar diversos pareceres, y a intentar solucionar los probrlemas con la participación de todas.
    Aprendí a que hay que ser tolerante, conciliadora y receptiva.
    Llegar al colegio después de vacaciones era como llegar a casa, con una nueva familia, familia formada por mis compañeras, amigas.
    A todas ellas las recuerdo con mucho cariño.
    No puedo olvidar las marchas por el monte hasta Getaria, las partidas de futbolin, las subidas rápidas por la cuesta, los paseos por la playa o el baile en la plaza los domingos.
    Desde el día de mi llegada hasta el momento acutal, me siento orgullosa de pertenecer al colegio Monte Albertia.
    Espero veros a todas en nuestra próxima reunión, un abrazo.

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    1. Maite, estoy totalmente de acuerdo con todo lo que comentas. Fueron unos años muy lindos, donde aprendimos una profesión y lo que es más importante el saber estar en la Vida con educación, de la cual ahora haria mucha falta.Yo al ser mamá, tambien enseñe a mis dos hijos(Cintia 29 años y Álvaro 19)desde pequeñitos entre otras cosas el saber comer y comportarse con educación en la mesa...esto como ejemplo. Un beso guapa.

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  3. Maite, castellana de anchos espacios... el año pasado la pérdida de nuestra Marilines me dejó sin ánimos para reunirme con vosotras. Todavía hoy la lloro.
    Un recuerdo para las que nos dejaron...

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  4. arantza Oneka Otaegi5 de marzo de 2012, 2:18

    Lo mejor , poder decir lo que pensamos , sin esperar represarias!!!. Eso es GRANDE!!!!!

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